El saxofonista y cantante Thomas de Pourquery ha publicado “Let the Monster Fall”, una nueva diversión para un músico todavía clasificado como jazzista con un toque decididamente pop.

Cualquiera que haya seguido la carrera de Thomas de Pourquery desde que emergió a principios del milenio en el pequeño y variado mundo del jazz francés (como miembro de la Orchestre National de Jazz de Paolo Damiani, del MegaOctet de Andy Emler y al frente de sus grupos alegremente extravagantes como DPZ & The Holy Synths) sabrá que además de ser un formidable saxofonista alto en la tradición de su mentor Stefano Di Battista, Thomas de Pourquery también tiene un verdadero gusto por la cultura pop y un verdadero talento como cantante que destila regularmente en proyectos alternativos imposibles de definir.

Paralelamente a su virtuosa exploración de todos los lenguajes del jazz contemporáneo (desde el post-hard bop más ortodoxo hasta el jazz cósmico psicodélico heredado de Sun Ra), Thomas de Pourquery ha aprovechado a lo largo de los años numerosas oportunidades para trabajar con la “chanson”: dando rienda suelta a su voz en el seno del grupo de metal free-punk Rigolus en 2004 y desenredando este hilo con el grupo VKNG, el proyecto Endless Summer y, en 2020, la creación de Von Pourquery, una especie de avatar barroco con apariencia de crooner, para desahogarse con sus sueños de pop moderno, tocados durante colaboraciones con Metronomy, François And The Atlas Mountains, The Shoes y James The Prophet.

Concebido en estrecha colaboración con el productor Yodélice, Let the Monster Fall revisita, vuelve a imagina y “realiza” en una especie de síntesis constantemente controlada todas las intuiciones dispersas en estos prototipos. Inmerso en el exuberante marco de una pequeña banda deliciosamente orgánica formada por viejos amigos (Sylvain Daniel al bajo eléctrico, David Aknin a la batería) y músicos de la escena indie pop actual (Etienne Jaumet al sintetizador modular y el saxofón; Akemi Fujimori a los teclados y coros), Thomas de Pourquery pone el cálido timbre y las inflexiones claramente líricas de su voz de crooner posmoderno al servicio de pequeñas canciones pop. Estas canciones originales son tan brillantes como esquizofrénicas, ya que están adornadas con una exuberancia psicodélica y unos grooves irresistibles, todo ello superpuesto a unas letras muy íntimas con un humor a veces oscuro, incluso depresivo.

Los magistrales arreglos de Thomas de Pourquery son tan eficaces como inventivos, utilizando una amplia paleta de sonidos que mezclan acústica y electrónica, y explorando el conflicto entre luces y sombras que siempre está presente en su música, sin convertirlo en un orden del día. Al igual que Soleil, el único tema del álbum en francés, cantado a dúo con Clara Ysé, Let the Monster Fall puede verse como una especie de victoria momentánea de la utopía sobre la melancolía.